La salud de las células depende de la bioenergía celular
La vida depende de un constante suministro de los cuatro principales elementos: aire (oxígeno), agua, alimentos (que contienen proteínas, grasas e hidratos de carbono) y micronutrientes (vitaminas, minerales, ciertos aminoácidos y oligoelementos). Existe una diferencia fundamental entre los micronutrientes, por una parte, y el aire, el agua y la comida, por otra. Una deficiencia vitamínica no activa ninguna alarma. Una falta de oxígeno, al contrario, produce asfixia en un plazo de pocos minutos. En el caso de la deficiencia de agua, la señal de alarma es la sed. La falta de alimentos produce una sensación de hambre. Ahora bien, una falta de vitaminas y otros nutrientes energéticos esenciales, los portadores de la bioenergía celular, no hacen sonar la alarma. La deficiencia vitamínica no se manifiesta mientras no se desarrolle ninguna enfermedad. Una ausencia total de vitaminas, como en el caso del escorbuto, lleva a la muerte en pocos meses. Como todos ingerimos pequeñas cantidades de vitaminas y otras sustancias nutritivas no se suele llegar a estos extremos. Ello no quita que suframos casi todos una deficiencia crónica de vitaminas y otros nutrientes esenciales. Como estas deficiencias no activan ninguna señal de alarma en el cuerpo, pasan desapercibidas y permanecen ocultas durante muchos años. Esta carencia prolongada de bioenergía celular es una condición sine qua non para el desarrollo de enfermedades crónicas como la arteriosclerosis, la insuficiencia cardíaca, los problemas circulatorios relacionados con la diabetes y otros trastornos. A menudo, el primer indicio de una falta crónica de vitaminas es un infarto cardíaco, una apoplejía o el desarrollo de otra enfermedad.
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